STAMFORD.- El presidente Joe Biden dio un plazo de 90 días a la comunidad de inteligencia para que le presente un informe concluyente sobre el origen del COVID-19 y así determinar si el virus provino del contacto de un humano con un animal infectado o de un accidente en un laboratorio en China.
En marzo pasado, el mandatario había solicitado un informe con un análisis de la situación, pero las agencias “no alcanzaron una conclusión definitiva”, explicó la Casa Blanca.
“No hay suficiente información para evaluar cuál de los dos escenarios pudo predominar”, indicó la Administración.
Por eso, Biden pidió una nueva evaluación para determinar dónde se originó un virus que ya ha dejado casi tres millones y medio de personas fallecidas en el mundo.
“He pedido que redoblen los esfuerzos para recopilar y analizar la información que nos acerque a una conclusión definitiva y que me entreguen un reporte en 90 días”, señaló el mandatario.
Ese documento, asegura, debe incluir “preguntas específicas para China”.
“Estados Unidos trabajará además con aliados alrededor del mundo para presionar a China a participar en una investigación internacional completa, transparente y que permita el acceso a datos y evidencias relevantes”, precisó la Casa Blanca.
La petición de Biden suma elementos a la controversia sobre el origen del COVID-19. Desde que se conocieron los primeros casos el debate se ha movido entre el contacto humano con animales en un mercado en Wuhan, China, o por la liberación del coronavirus en un laboratorio en la misma ciudad.
Según el presidente, tener la información permitirá “batallar contra el virus de forma más efectiva”.
Nadie ha podido encontrar pruebas
La Organización Mundial de la Salud (OMS) concluyó que “nadie ha podido encontrar pruebas” de que el COVID-19 se originara en un laboratorio.
El 24 de mayo pasado, el diario The Wall Street Journal dio a conocer el contenido de un reporte del Departamento de Estado que había sido redactado en los últimos días de la presidencia de Donald Trump.
Por un lado, explicaron que en noviembre de 2019, meses antes de que estallara la pandemia, tres investigadores del Instituto de Virología de Wuhan tuvieron síntomas similares a los del COVID-19 e incluso requirieron ser atendidos en un hospital.
Sin embargo, también destaca que el Instituto de Wuhan no ha compartido datos sin procesar, ni registros de seguridad y del laboratorio sobre su extensa investigación sobre el coronavirus y la relación con los murciélagos, que muchos consideran la fuente originaria.
Funcionarios actuales y antiguos familiarizados con la información y citados por el Journal discreparon de la solidez de ese informe: uno dijo que la información fue proporcionada por un socio internacional y que era “potencialmente significativa”, pero que aún necesitaba más investigación y corroboración; otro aseguró que los datos son “muy precisos” y provienen de fuentes de “alta calidad”.
Sigue la presión por conseguir la verdad
No es la primera vez que Estados Unidos pone presión sobre la comunidad internacional sobre este tema.
Recién en marzo pasado, el secretario de salud, Xavier Becerra, pidió a la Organización Mundial de la Salud en Ginebra, secundado por países como Australia, Japón y Portugal, que se realizaran estudios “independientes y transparentes”.
“Tenemos que entender mejor la pandemia con el fin de poder responder mejor a amenazas futuras”, dijo entonces Becerra.
El doctor Anthony Fauci, experto en enfermedades infecciosas y asesor de la Casa Blanca, comentó que él y la mayoría de los miembros de la comunidad científica “creemos que lo más probable es que se trate de un suceso natural, pero nadie está 100% seguro”.
Agregó que “Y puesto que hay muchas inquietudes, muchas especulaciones y que nadie lo sabe definitivamente, creo que necesitamos el tipo de investigación donde haya una transparencia abierta y toda la información que esté disponible, que sea proporcionada, para analizar”.
Por su parte, la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, indicó que la presidencia respalda una nueva investigación de la Organización Mundial de la Salud en China, pero añadió que una pesquisa efectiva “requeriría que China finalmente diera un paso adelante y permitiera el acceso necesario para determinar el origen”.
China y EEUU enfrentados
La teoría de que el virus surgió en un laboratorio de Wuhan, en el centro de China, ha tomado mucha fuerza en las últimas semanas.
China tachó de “falsas” estas informaciones, pero el presidente Biden recalcó esta semana que Washington y sus socios “presionarán” a Pekín para que participe en una investigación internacional “completa y transparente”.
En ese sentido, el portavoz de la cancillería china afirmó que el origen del virus es “una cuestión científica” y que China “brindó todo su apoyo a la OMS” en sus investigaciones al respecto.
“Sus expertos estuvieron en Wuhan y publicaron, en febrero de este año, un informe con conclusiones importantes”, afirmó el portavoz.
De acuerdo con los expertos, aquel informe no ofrecía respuestas definitivas sobre el origen del patógeno y sus conclusiones se resumían en cuatro hipótesis. La más plausible, que el coronavirus llegó al ser humano a través de uno o más animales que habrían ejercido de especie intermediaria.
La teoría de que la pandemia se originara en un laboratorio era “altamente improbable”, según el informe de la OMS, aunque el propio director general de la institución, Tedros Adhanom Ghebreyesus, consideró entonces que la investigación no fue “lo suficientemente exhaustiva” y pidió más estudios al respecto para alcanzar “conclusiones más sólidas”.
Estados Unidos aseveró en marzo pasado que la misión “se retrasó significativamente” y que “no tuvo acceso a pruebas y muestras” del virus “originales y completas”.
