BRIDGEPORT.- Según Marlene Schwartz, la inseguridad alimentaria en Connecticut no siempre se asemeja al hambre en otros países.
Si bien en Connecticut a veces la gente muere de hambre, con mayor frecuencia la inseguridad alimentaria implica “ansiedad por no saber de dónde vendrá su próxima comida”, afirmó.
“Probablemente no haya un solo pueblo en todo el estado que no tenga una despensa de alimentos”, indicó.
Schwartz, es profesora de la Universidad de Connecticut (UConn) y directora del Rudd Center for Food Policy and Health, y se encuentra entre un coro de defensores, legisladores y académicos que advierten que los recortes federales están sobrecargando los programas, ya de por sí en dificultades, diseñados para ayudar a las personas que podrían no saber cómo llevar comida a la mesa.
“La inseguridad alimentaria ciertamente no ha mejorado mucho, y existe una gran preocupación por el recorte en la financiación federal para los bancos de alimentos”, afirmó Schwartz.
Jason Jakubowski, director ejecutivo de Connecticut Foodshare, declaró que existen alrededor de 600 bancos de alimentos en el Estado.
Estas despensas se abastecen a través del Programa Federal de Asistencia Alimentaria de Emergencia (FAA), o al menos así era antes de que se cancelara sin previo aviso la entrega prevista de 34 camiones de alimentos.
Esos camiones suelen estar llenos de arroz, frijoles enlatados o pasta, pero también contienen alimentos perecederos, como leche, frutas y verduras.
“Todo se obtiene de agricultores de Estados Unidos. El gobierno federal compra al por mayor y luego ofrece esos alimentos a los estados y, obviamente, a los bancos de alimentos de todo el país para distribuirlos a las personas necesitadas. Había 34 camiones de alimentos que esperábamos del gobierno federal y que ahora no estamos recibiendo”, explicó.
Al preguntarle dónde estaban esos alimentos, si se estaban pudriendo en un almacén del gobierno o se habían desviado a otro lugar, Jakubowski respondió que no lo sabía.
“No tengo idea si es comida lo que simplemente están guardando. Podría suponerlo, pero su suposición es tan buena como la mía. Solo sé que teníamos pedidos, y esos pedidos han sido cancelados”, dijo.
Esto se suma a una subvención federal de un millón de dólares que ayudó a Connecticut Foodshare a comprar alimentos de granjas de Connecticut para familias necesitadas.
“Esto ocurre en un momento en que estamos viendo un aumento en la necesidad en nuestras despensas”, comentó Ayah Galal, portavoz de Connecticut Foodshare.
Se avecinan recortes al SNAP
En el Congreso, los legisladores republicanos propusieron esta semana recortes drásticos al Programa Nacional de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP).
Los opositores afirmaron que esos recortes serían devastadores para las familias de bajos ingresos.
Aproximadamente una de cada nueve personas en Connecticut recibe beneficios a través del programa, según datos federales, es decir, unas 391 mil 200 personas de Connecticut que representan el 11% de la población total. De ellos, el 53% son familias con niños y el 44 % pertenecen a familias con personas mayores.
“Cualquier recorte al SNAP o al Departamento de Agricultura de los Estados Unidos no son solo cifras en una hoja de cálculo; son decisiones que repercuten en nuestras comunidades y afectan la salud, la dignidad y el futuro de nuestros vecinos más vulnerables, especialmente los niños”, declaró Dianne Houlihan, presidenta de la Asociación de Nutrición Escolar de Connecticut.
Jakubowski afirmó que el SNAP es tan crucial que otros programas de asistencia alimentaria palidecen en comparación.
“Personas de todas las edades se benefician del programa SNAP, pero un número significativo de beneficiarios son adultos mayores, y eso nos preocupa mucho. Si los recortes que anticipamos al SNAP entran en vigor, no habrá suficientes alimentos en nuestro banco de alimentos, ni en todos los bancos de alimentos del país, para compensar la diferencia”, finalizó Jakubowski.