
STAMFORD.- Una vez por semana, el centro de salud de la Stamford High School ofrece a los estudiantes un lugar donde pueden hablar con un adulto de confianza sobre las presiones y los problemas de la vida, un lugar donde se sienten libre y sin juzgar.
Con el trabajo escolar, los compromisos deportivos, las obligaciones familiares y sociales, la vida de los adolescentes puede ser estresantes.
Si no fuera por el centro de salud en la escuela secundaria, a los jóvenes les sería mucho más difícil acceder a las sesiones de consejería que los ayudan a sobrellevar la ansiedad.
“El centro de salud me ayuda académica, emocional y físicamente”, declaró Roger Sánchez, estudiante de segundo año, quien se lo recomienda a sus amigos.
“Mis compañeros se ponen nerviosos, pero hago todo lo posible para que entren al centro de salud. Es de gran ayuda para todos”, expresó el hispano.
Sánchez se encuentra entre un creciente número de adolescentes hispanos y de raza negra que reciben servicios de salud mental en los centros de salud escolares.
Los servicios, según los datos, serían mucho menos propensos a tenerlos o seguirlos si los jóvenes asistieran a los centros en otras partes de sus comunidades.
“Para muchos estudiantes, este es el lugar principal donde obtienen su cuidado”, comentó Jesse White-Fresé, director ejecutivo de la Connecticut Association of School Based Health Centers.
En Bridgeport, por ejemplo, hay más de una docena de centros de salud escolares, incluidos siete de los Southwest Community Health Centers, que brindan servicios de salud accesibles a las personas del área de Bridgeport, incluidos los no asegurados.
Los centros de salud escolares ofrecen un servicio indispensable para los niños con una variedad de necesidades de salud, incluida la salud mental, comentó la directora de salud conductual de los Southwest Community Health Centers, Nancy Wiltse.
“Estos estudiantes pueden acceder a los servicios directamente en su escuela. No tienen que ir a ningún lado antes o después de la escuela. Es solo una parte de lo que hacen todo el día”, precisó Wiltse.
Para los años escolares 2007-2008 y 2008-2009, mil 130 hombres de raza negra e hispanos en los grados 7 a 12 recibieron servicios de salud mental, según muestran los datos recopilados de 75 centros de salud financiados por el Estado. Esos jóvenes registraron 15 mil 386 visitas durante el período de dos años, según los informes de la Connecticut Association of School Based Health Centers.
Mientras los estudiantes buscan servicios por varias razones, la investigación muestra que los estudiantes de raza negra e hispanos son más propensos que los blancos a experimentar depresión en particular.
En 2015, el 36 por ciento de los estudiantes hispanos y el 27.3 por ciento de los jóvenes de raza negra de las escuelas secundarias informaron sentirse tan tristes o desesperados que dejaron de hacer algunas de sus actividades habituales, según la Department of Public Health’s 2015 Connecticut Youth Risk Behavior Survey del Estado.
En comparación, el 22.6 por ciento de los estudiantes blancos respondieron lo mismo.
En ese contexto, solo el 25.4 por ciento de todos los estudiantes dijeron que reciben la ayuda que necesitan cuando se sienten tristes, vacíos, desesperanzados, enojados o ansiosos, según la encuesta.
En todo Connecticut hay más de 120 centros de salud basados en la escuela que proporcionan servicios médicos y de salud mental a los estudiantes, la mayoría de los cuales tienen parte de sus gastos operativos financiados por el Estado.
Los centros suelen contar con proveedores médicos que pueden recetar medicamentos y facturan a Medicaid, HUSKY A y HUSKY B por los servicios.
Una enfermera de la escuela puede derivar a un alumno a un centro, pero un padre debe firmar un formulario de permiso para que su hijo reciba atención.